conexión profunda con la naturaleza
¿Qué es lo que entendemos por conectar, por estar conectado o conectada? Según los bosquimanos San del desierto del Kalahari, conectar se puede entender como un lazo que se genera cada vez que nos relacionamos con algo o con alguien hasta crear un cordón que nos une a esta cosa o persona.
Hemos evolucionado como especie durante cientos de miles de años en una relación muy estrecha con nuestro entorno y nuestra biología está adaptada para prosperar en el medio ambiente natural, con nuestros sentidos preparados para captar las señales sutiles de la naturaleza que nos rodea. Como confirma la ciencia moderna, estar en contacto con la Naturaleza no solo es beneficioso, sino incluso vital para nuestro desarrollo saludable.
Conectar con la naturaleza entraña crear estos enlaces con nuestro entorno y también nos ayuda a conectar con nuestro propio yo, aportándonos una mayor consciencia y entendimiento de nuestro lugar en el entramado de la vida.
¿Pero cómo cultivamos éstos lazos con el mundo natural?
A través de la práctica…

Podemos expandir nuestra percepción del mundo, transformar nuestras creencias y re-aprender a observar, a escuchar, simplemente cambiando nuestras rutinas diarias.La teoría detrás de ésta idea se basa en que los seres humanos tendemos a crear hábitos a través de comportamientos repetidos y de practicar rutinas para adquirir ciertas habilidades que nos permitan vivir de una forma más cómoda y eficiente.
Nuestras rutinas diarias también influyen en nuestra percepción del mundo y es por eso que tenemos la tendencia a notar cosas que tienen cierta importancia para nosotros más que otras que no la tienen.
¿A quién no le ha pasado de aprender una palabra nueva que después escucha todo el tiempo o aprender a reconocer una planta medicinal que luego resulta que crece en cualquier rincón de la ciudad en que vivimos?
Pero a la vez, cuando prestamos mucha atención a una cosa que nos interesa, es probable que no seamos conscientes de todo lo demás que está pasando a nuestro alrededor en ese mismo momento.
Es un ciclo: nuestro comportamiento diario y nuestras creencias definen lo que percibimos, pero también al revés, es decir, nuestra percepción influye en nuestro comportamiento y nuestras creencias.
A continuación veremos el ejemplo de una de las 13 rutinas básicas de conexión con la naturaleza descritas en Coyote’s Guide to Connecting with Nature (Jon Young, Ellen Haas, Evan McGown, 2010).
Lugar de contemplación (Sit spot)
El lugar de contemplación es la formula mágica, sí es que existe, para establecer una relación profunda con la naturaleza. Se trata de conocer muy bien un lugar, un hábitat, una comunidad de suelos y plantas, árboles y animales ―en definitiva, un ecosistema― en todas las posibles circunstancias: de día y de noche, en todas las estaciones del año y en cualquier situación meteorológica.
Al escoger un espacio como lugar de contemplación, muchas veces intentamos buscar el lugar más apartado, más privado, más bonito, más natural y más agreste de todos, pero nos olvidamos de la practicabilidad, y esto puede acabar creándonos frustración, porque no llegamos a pasar el suficiente tiempo en este lugar para practicar esta rutina.
El mejor lugar de contemplación es delante de casa, en el jardín, huerto, balcón o banco debajo de un árbol que ya frecuentemos diariamente. Es cuando prestamos atención en estos sitios que nos damos cuenta de todo lo que nos perdemos continuamente por correr sin parar y de la belleza que nos envuelve, estemos donde estemos. La vida es imparable.
VISIÓN
La visión de éste proyecto es contribuir a sembrar las semillas para crear una cultura regenerativa que se basa en la conexión profunda con la Naturaleza.
Creemos que todos nacemos en este mundo con algo que devolver a la comunidad que sostiene la vida en este planeta y que conectar con nuestro propio propósito individual en la vida es lo que nos ayuda a ser miembros sanos de este ecosistema al que llamamos Planeta Tierra. Buscamos alinear y sincronizar nuestra naturaleza interior con la Naturaleza para ayudar a crear un mundo más resiliente y sostenible para las generaciones futuras.
Reclamar nuestra naturaleza interior y reconectar con la sabiduría ancestral nos recuerda que todos venimos del mismo lugar y que todo ser, humano u otro, merece nuestro amor y respeto incondicionales.

Nuestro Equipo
Samuel Koenig
Nacido en Luxemburgo, llevo desde 2008 viviendo en Cataluña. Soy biólogo de formación y, aunque siento que esta etiqueta (o cualquier otra) no acaba de ajustarse a mis diversas pasiones y vocaciones, aun así me identifico como biólogo en el sentido que en última instancia todo lo que hago es estudiar la vida.
Siempre he sentido un amor y conexión profundos por la naturaleza y fui afortunado de tener muchas experiencias que reforzaron mi vínculo con la Naturaleza a lo largo de mi infancia. Sin embargo, con los años me fui desconectando más y más del mundo natural, pero sobre todo de mí mismo, mi propia naturaleza interior. Sentí que el mundo esperaba que madurase y poco a poco dejé de permitirme ser juguetón, alegre…, simplemente ser.

Después de seguir la vía de exploración de la naturaleza desde una perspectiva académica, años de trabajar horas y horas en la oficina, viviendo en una ciudad bulliciosa y ajetreada y sintiéndome exhausto y vacío, seguí mi llamada interior y, aunque en ese momento no lo entendí totalmente, la naturaleza me llamaba a volver a mis raíces, a mi esencia, a lo que he venido a hacer en la vida.
Pasé años experimentando y aprendiendo, explorando y descubriendo, pero no fue hasta que me crucé con el libro de Jon Young “What the Robin Knows” que volví a sentir realmente ese ferviente deseo que estaba buscando y anhelando. Es cuando (re)descubrí la conexión profunda con la naturaleza (deep nature connection) y cambió mi vida.
Podría contar infinitas historias de los porqué y los cómos, pero dejadme que os cuente solo una que creo que ilustra la esencia de lo que quiero decir con esto. A lo largo de los años he vivido en diferentes lugares lejos del lugar en el que nací, sintiéndome cómodo en distintos lugares y culturas alrededor del mundo, pero nunca me sentí en casa. Familiarizarme con el paisaje y la vida salvaje del lugar en donde vivo actualmente, mediante rutinas de conexión profunda con la naturaleza como el lenguaje de los pájaros, rastreo y prácticas de atención plena (mindfulness), me ha aportado por primera vez ese sentimiento de estar en casa, de pertenecer a un lugar a un nivel que no sabía que existía.
Conocer los pájaros, los zorros, las nutrias, los visones, los jabalíes, los árboles, las rocas… un ecosistema entero de elementos interconectados, y poder conocerlos individualmente, personalmente; saber dónde viven, lo que hacen, dónde pueden estar en este preciso instante, todo esto me dio un sentido profundo de pertenencia, y no solo eso, pero ahora también sé que me puedo sentir en casa allá donde vaya.