Mentoring y el arte de hacer preguntas

El mentoring es una forma de enseñar que se nutre de nuestra curiosidad natural e intrínseca, un tipo de proceso guiado de auto-aprendizaje que es muy diferente del enfoque didáctico de instrucción más comúnmente utilizado en los modelos educativos modernos, como por ejemplo el sistema escolar. Si miramos la etimología de las palabras “educar” e “instruir”, la diferencia entre estos dos estilos de enseñanza se hace todavía más obvia. Educar proviene del término en latín educare, que a su vez se deriva de educere formado por: ex (fuera de) y ducere (guiar, conducir), que significa guiar, conducir o sacar algo de alguien. Lo que es muy diferente de la palabra “instruir”, cuyo origen es instruere: in (en) y struere (apilar, construir).

Como sabía muy bien Sócrates –uno de los mentores más famosos en la historia de la humanidad–, la educación consiste en desarrollar las habilidades de pensamiento crítico y esto no puede conseguirse simplemente dándoles a los y las estudiantes información relevante para que la memoricen, sino desafiando su forma de pensar y su sistema de creencias y despertando su curiosidad para encontrar las respuestas por ellos mismos.

¿Pero cómo hacía esto Sócrates? Escuchando profundamente sus historias y haciéndoles preguntas que desafiasen sus ideas vigentes. El rol del mentor es escuchar y hacer buenas preguntas. Es tan simple como eso. Del mismo modo, en el contexto del mentoring basado en la naturaleza, el énfasis no está en acumular conocimiento de datos y cifras, sino en disminuir la velocidad, conectar con nuestros sentidos, prestar atención y despertar nuestra curiosidad para seguir explorando. Incluso las investigaciones más actuales han demostrado que, cuando sentimos curiosidad por algo, nuestro cerebro es más capaz de asimilar nueva información y retenerla durante más tiempo. Así que básicamente cuando nuestra curiosidad se despierta, aprendemos más rápido y eficientemente.

Sin embargo, cuando nuestras ideas se ponen en tela de juicio, puede ser muy estresante para nuestro sistema nervioso, especialmente si el hecho de adoptar nuevas ideas requiere redefinir nuestro sentido de la realidad. Por eso, un mentor necesita también ser capaz de crear un espacio amable que ayude al aprendiz/a a salir de su zona de confort hacia lo desconocido.

Poder escuchar profundamente y hacer la pregunta correcta en el momento adecuado puede parecer muy simple, pero es un verdadero arte. La mejor manera de aprender este arte es probablemente a través de la exposición a un poderoso mentoring; sin embargo, es difícil encontrar mentores sabios y experimentados en nuestra sociedad moderna. Afortunadamente, existen ciertos conceptos y técnicas que podemos aprender para desarrollar nuestras habilidades de mentoring. Una de estas técnicas se llama el arte de hacer preguntas y nos enseña cuándo y cómo hacer la pregunta correcta en el momento adecuado.

Tener mentores hábiles que nos acompañan en nuestro viaje de conexión con la naturaleza es clave. A través de su escucha, de su presencia, de sus preguntas, nos pueden ayudar a superar algunos de los obstáculos que nos podemos encontrar en nuestro camino y a expandir nuestra conciencia a territorios desconocidos más allá de lo que imaginamos posible.